PABLO DE ROKHA (1894-1968)
Pablo de Rokha nació en Licantén como Carlos Díaz Loyola. Sus primeros años transcurrieron en la zona central del país, acompañando a su padre, José Ignacio Díaz, en variados trabajos esporádicos que este desempeñaba, tales como administrador de fundos o jefe de aduanas y de límites cordilleranos. Su juventud fue conflictiva y rebelde, siempre en contradicción con el conservadurismo cultural y político de su región natal.
Establecido en Santiago trabó amistad y relación con otros intelectuales vanguardistas de la época, como Pedro Sienna, Ángel Cruchaga Santa María y Vicente Huidobro, entre otros, y descubrió la filosofía de Nietzsche, la poesía de Walt Whitman y de los poetas malditos.
Articula su obra en un convulsionado contexto nacional e internacional, previo a la Segunda Guerra Mundial. Sus trabajos del período 1930-1950 están marcados por el activismo político, a través de textos que buscan una dialéctica entre lo individual y lo social. Durante sus últimas dos décadas, se entretejen en la escritura rokhiana el optimismo revolucionario, la protesta social y el amor desgarrado.
Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1965 por una obra siempre fiel a una visión de mundo rupturista y receptiva a los elementos de la modernidad, pero profundamente enraizada en lo chileno. Vivió los últimos años de su vida en La Reina, en su casa en calle Valladolid, la que llamó Villa Winett en honor a su compañera.